
Si la frecuencia de los amaneceres fuera tan escasa como la posibilidad de la alegría, estaríamos mucho más interesados en ver el alba… Willy Bohamia.
Todo pasa, nada queda para siempre, la eternidad es una idea que delata la enorme debilidad del ser humano, su temor a asumir que sólo tiene una vida, y debe aprender a vivirla sin ensayos. Todo pasa, es inexorable, hasta los que se sienten imprescindibles un día dejan de existir y el mundo sigue su marcha. Los cementerios están llenos de gente imprescindible, de gente que vivió creyendo que nunca iba a morir y finalmente murieron sin haber vivido.
Todo pasa, y todo llega, y si no llega será porque o no existe o no supimos hacer lo necesario para que llegue, porque en realidad, nada llega si uno no va por ello, se esfuerza y aprende a trazar caminos para llegar.
¨Los cementerios están llenos de gente imprescindible, de gente que vivió creyendo que nunca iba a morir y finalmente murieron sin haber vivido¨
El tiempo no pasa, viene y se queda en uno, no sigue de largo, deja sus huellas y va venciendo, segundo a segundo lo que nos va quedando de vida. El tiempo puede enfermar, pero el tiempo no cura, cura lo que somos capaces de hacer mientras transcurre. El tiempo es la ruta, está allí, pero es inerte, la ruta no nos lleva a ningún lugar, la ruta es el medio que sirve para transitarla y el que transita es uno, el que conduce es uno. Uno no puede cambiar la ruta, pero puede cambiar de ruta, incluso puede cambiar la forma de transitar la misma ruta, pero siempre es uno el vehículo que puede llegar al destino o quedarse en el camino.
¨la ruta no nos lleva a ningún lugar, la ruta es el medio que sirve para transitarla y el que transita es uno¨
Todo pasa, pasa hasta el dolor, la pena, la alegría, la emoción, el amor, el odio, la bronca, la desesperanza, todo es efímero y pasajero, todo es provisorio y temporal, y es tan poco el tiempo relativo que nos toca, que un minuto perdido en el rencor, en la desconfianza, en la desidia, en la insatisfacción, es como perder un tesoro que no tiene precio ni puede ser recuperado jamás. Puede que nos arrepintamos de lo que hicimos, pero nadie nos cura de lo que no hicimos, porque todo pasa, menos el tiempo, que viene, se queda y finalmente nos lleva a un lugar desde el cual jamás hemos de volver.
Nos engaña la cotidianidad, la trampa del enunciado, como amanece todos los días, a nadie parece sorprenderle, pero si la frecuencia de los amaneceres fuera tan escasa como la posibilidad de la alegría, estaríamos mucho más interesados en ver el alba y pensar en qué hacer mientras dura el día.
¨si la frecuencia de los amaneceres fuera tan escasa como la posibilidad de la alegría, estaríamos mucho más interesados en ver el alba¨
Sitio: www.radiobeirut.com.ar
Fecha: Mayo 2020.
Autor: Willy Bohamia.
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